El aumento de la esperanza de vida de la población española se ha duplicado en los últimos 40 años, sobre todo en las mujeres, que viven una media de 84,5, frente al hombre, que no llega a los 79, lo que provoca que muchas de ellas se queden solas ante la muerte de sus compañeros de toda la vida. Además de la tristeza y la depresión asociada a la pérdida, estas mujeres han de enfrentarse al problema de la soledad, que cuando no es elegida, como es el caso de las personas ancianas, puede convertirse en una tortura insoportable que acaba, incluso, con sus ganas de vivir. Porque la soledad, es, según los profesionales de la salud, comparable al estrés crónico, y afecta al sistema inmunológico, favoreciendo el desarrollo de enfermedades físicas como la hipertensión, diabetes, infecciones crónicas y mentales como la depresión y ansiedad.