Hemos creado una sociedad en la cual la inmensa mayoría, pasa la vida al cuidado o, cuidando de alguien. Siendo el principio y el final de la vida, los casos más comunes y habituales de esa necesidad de cuidados específicos que se prestan y reciben de forma natural. Sin embargo, existen incontables situaciones a lo largo de la vida que, requieren que alguien nos cuide o cuidar de alguien. Lo que nos indica, claramente que cuidar de los demás, es algo inherente a la condición de los seres humanos y, si nos fijamos en el reino animal, ocurre algo similar.
Muchas veces, se nos olvida que los que cuidan, también son personas susceptibles de requerir cuidados, para poder seguir ejerciendo esa labor. Desde Canvis Centro de Psicología, profesionales con una amplia experiencia en terapia psicológica, nos han hablado de uno de esos traumas, poco conocidos por su nombre, pero sobradamente padecido por la sociedad. Se trata del trauma vicario, una situación de fatiga psicológica que afecta a las personas que, se ven afectados por procesos traumáticos ajenos. Este tipo de trauma en particular, es una muestra de en que medida llegan a afectar los procesos traumáticos y la complejidad de sus mecanismos.
A lo largo de este post, pretendemos explicar en que consiste este trastorno psicológico, en que medida afecta a las personas y cuales, son sus características principales.
Si nos ceñimos a la definición de las palabras trauma psicológico, a nivel general, sin matizar ningún tipo de trauma en particular, podemos comprobar que se considera como tal, a un conjunto de alteraciones psicológicas que generan en quien las padece, una reacción de ansiedad, miedo y angustia, cada vez que recuerdan momentos asociados a una experiencia disruptiva y perturbadora. Ejemplos de ello, pueden ser el recuerdo de un accidente de tráfico, una violación o agresión física, una pérdida repentina, etc. La naturaleza de las mismas experiencias, son traumáticas, dejando por lo tanto, una “marca” indeleble en el sistema de la memoria que, produce ante la activación del recuerdo, una desestabilización del estado emocional de la persona. Los traumas, pueden permanecer en la memoria durante años, décadas o toda la vida, si no se tratan debidamente.
El trauma vicario, producto de la observancia
En el caso que nos ocupa, el trauma vicario, se desencadena debido a una experiencia vicaria, lo que quiere decir que, surge de la observación de lo que hace o le sucede a otra persona. De esta manera, este tipo de trauma, tiene la peculiaridad de que la experiencia traumática le sucede a otra persona, mientras que nosotros, los observadores, nos vemos afectados de manera indirecta. No obstante, se trata de acontecimientos lo suficientemente significativos como para dañar la salud mental. Debido a su naturaleza, este tipo de alteración, se produce muy habitualmente en profesionales sanitarios, miembros de los cuerpos de seguridad y bomberos. Aunque todos, somos susceptibles de sufrir un trauma vicario en algún momento de nuestra vida.
Las causas y elementos que desencadenan y permiten que se desarrolle un trauma vicario, son numerosos. Algunos de los más habituales, son la empatía, el exceso de trabajo, el síndrome del cuidador o experiencias violentas o disruptivas. Veamos más detenidamente, como estos aspectos, pueden hacer que suframos un trauma vicario.
Los altos niveles de empatía, juegan un papel más que relevante en la aparición de este trauma. Si bien es cierto que, ser empáticos es vital para comprender a los demás, también lo es el hecho de que las profesiones que requieren de una gran empatía para tratar con las personas que están sufriendo, son las más susceptibles de acabar sufriendo traumas. Cuando un profesional o persona, se involucra demasiado con la persona a la que esta cuidando o tratando, es fácil que a la larga, se logre una identificación elevada con el sufrimiento ajeno que hace que se sienta como propio.
Por otro lado, el exceso de trabajo que conllevan algunas profesiones, derivan en un cansancio intenso que, a su vez, puede ser el caldo de cultivo adecuado para la proliferación de un trauma vicario. Con la finalidad de evitar en la mediad de lo posible que se produzca este tipo de trastorno, es aconsejable procurar no sobrecargarse de trabajo, en especial cuando se trata de labores en las que se experimentan situaciones potencialmente traumatizantes.
El conocido síndrome del cuidador, se haya relacionado con la posible aparición de un trauma vicario, asociado directamente con los elementos anteriormente citados: empatía, exceso de trabajo y cuidado de personas que sufren. Este síndrome, constituye una alteración psicológica que experimentan muchos de los cuidadores, particularmente en el ámbito de la psicología y la salud. Su característica mayor es la sobrecarga tanto física como emocional, unida a la incapacidad de establecer una diferencia entre el cuidado profesional de las personas que están sufriendo y la vida personal.
Sobre las experiencias violentas o disruptivas, sucede como con todos los traumas en general, el mero hecho de no poder prepararse a nivel psicológico ante una pérdida importante como puede ser la muerte de un paciente, convierte la experiencia en traumática. Contemplar un accidente sin poder hacer nada por evitarlo, es otra de esas situaciones que, indirectamente, se convierten en trauma.
Si a estos aspectos, añadimos la falta de recursos para afrontar y manejar el estrés y las emociones intensas, el trauma, puede aumentar. Del mismo modo que, cuanto mayor tiempo y frecuencia de exposición ante situaciones traumáticas o historias de dichos traumas, mayor riesgo de padecer las consecuencias del trauma vicario.
Síntomas que acompañan al trauma
Sabemos que los síntomas, son una serie de reacciones ante cualquier situación de enfermedad. A nivel psicológico, la sintomatología, constituye, por igual, una serie de reacciones, en este caso, de carácter emocional y psicológico. En lo que al trauma vicario respecta, esa sintomatología se experimenta como efecto de la exposición indirecta frente a las experiencias traumáticas de otros. Los síntomas pueden ser muy parecidos a los que presenta el síndrome de estrés postraumático, aunque en esta ocasión, la persona que se ve afectada, no ha vivido la experiencia traumática, en primera persona.
Los síntomas más habituales y comunes que presentan las personas que padecen un trauma vicario, son los siguientes:
- Fatiga de la compasión o agotamiento emocional. Este tipo de fatiga es una respuesta emocional intensa, generada como resultado de una continua exposición a la angustia y el sufrimiento ajeno. Ante esta situación, la persona puede sentirse abrumada, desgastada y emocionalmente, agotada.
- Tener pesadillas o sueños inquietantes en los que la persona puede experimentar sueños vividos y muy perturbadores que se relaciones con los eventos traumáticos de otras personas. Suele tratarse de sueños recurrentes y afectan de forma negativa a la calidad del sueño.
- Los recuerdos intrusivos, en los que la persona puede tener pensamientos o imágenes recurrentes pero indeseadas e involuntarias, sobre esas experiencias traumáticas que ha oído o presenciado de forma indirecta.
- La persona que sufre trauma vicario, puede evitar situaciones o hablar de temas traumáticos, así como lugares que pueden evocar los hechos traumáticos de otros.
- Mantenerse en estado de hiperactivación y sobresalto, en constante estado de alerta, sintiéndose tensa, irritada o nerviosa, que hacen que se sobresalte fácilmente frente a estímulos que recuerden los hechos traumáticos.
- La dificultad para mantener la concentración y la atención es una de las formas en las que el trauma vicario se hace notar. Afecta notablemente la capacidad para concentrarse en el trabajo o las actividades diarias, debido a la distracción que provocan los pensamientos intrusivos o las emociones abrumadoras.
- Es fácil que las personas afectadas, sufran cambios de humor y emociones de forma intensa. Pasando de sentirse bien a tristes, ansiosos o cabreados sin razón.
- Incrementa el riesgo de desarrollar otro tipo de trastornos mentales como los de ansiedad, depresión u otros. Los cambios en el estado de ánimo, los pensamientos negativos persistentes, alteraciones del sueño o la pérdida de interés en realizar actividades, son un ejemplo de ello.
- A nivel físico se pueden manifestar síntomas como dolor de cabeza, problemas gastrointestinales, fatiga e incluso, tensión muscular.
- También son habituales el desapego emocional como mecanismo de defensa o los sentimientos de impotencia y culpa. Así como el aislamiento social derivado de la angustia emocional.
- La disminución de la satisfacción laboral y la motivación en el trabajo debido al desgaste, junto a una visión negativa del mundo y una sensación de desesperanza, son por igual, signos de un posible trauma vicario.
A razón de esta larga lista de síntomas que pueden indicar que se padece este tipo de trauma, cabe señalar que, pueden variar en su intensidad y duración, en función de las personas y la exposición al trauma. Algunas personas, experimentan síntomas leves y transitorios, mientas que otras sufren una afectación mucho mayor y requieren apoyo profesional.
La clave es reconocer los traumas en una etapa temprana, para establecer estrategias de autocuidado y encontrar el apoyo necesario que impida que, el trauma se haga fuerte en nuestra psique.
El padecimiento de este tipo de problemas psicológicos, nos indica que, todos aquellos que por la razón que sea, tengan a alguien a quien cuidar, requieren, a su vez, cuidados.