Reformas con conciencia

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La llegada del Covid19 a nuestro país puso en alerta a toda la sociedad, en un amplio sentido de la palabra, pero casi nadie previó lo que se avecinaba y vendría después. El confinamiento ha sido para muchos de nosotros un toque de atención, no solo por lo que significa esta pandemia y lo que provoca en nuestro país (y planeta) sino porque nos ha demostrado lo frágiles que somos, lo fácil que es caer ante algo tan grande como es la naturaleza y lo mucho que la estamos destrozando, destrozándonos a nosotros mismos de paso. Y aun así, son muchos los que siguen con los ojos llenos de vendas sin llegar a ver el fondo de todo esto, el planeta se está quejando y se enfrenta a nosotros.

Hay quien dirá que estoy loca por pensar así, pero también son miles los expertos que aseguran que la llegada de este virus (y otros que pueden aparecer de mayor o menos gravedad para el ser humano) ha sido consecuencia de varios factores provocados por el ser humano. El más obvio de ellos es que nos estamos comiendo el hábitat natural de muchos animales, lo que provoca que estos se acerquen cada vez más al hombre en busca de sobrevivir, bien sea por comida o incluso buscando un nuevo hogar. A veces, simplemente, se desorientan debido a los cambios que provocamos en el medioambiente y acaban demasiado cerca de las ciudades.

Debido a ello es muy posible que los virus que portan y que a ellos no les causan daño alguno, acaben mutando al entrar en contacto con otros animales o incluso con el ser humano, provocando así un virus que podría ser letal para nuestra especie, causar estragos como ha hecho el Covid19 o pasar inadvertido, pero eso nunca podríamos saberlo antes de que ocurriera.

Hoy por hoy me parece que por mucho cambio de vida que pidamos a los Gobiernos, por mucho que gritemos al mundo que este planeta necesita ayuda, el cambio climático va a seguir causando muchísimo daño a todo nuestro ecosistema, y no podemos olvidar que nosotros, los animales y las plantas, vivimos de ese ecosistema. Por eso, creo que este confinamiento que nos hemos visto obligados a vivir en España, y en muchísimos otros países, no ha sido más que una preparación de lo que podemos llegar a vivir.

La contaminación, nuevos virus o simplemente nuestro modo de vida, son cosas que nos están empujando a vivir, cada vez más, dentro de nuestras viviendas. ¿Y por qué? Se preguntarán algunos mientras leen mis reflexiones, ¿verdad? Pues porque ese cambio climático está trayendo sequías de largas temporadas, DANAS o gotas frías que causan inundaciones y problemas todos los años en diversos puntos del planeta y cambios bruscos de temperatura que llegan a modificar el termómetro ambiental hasta 10 grados de un día a otro.

De hecho, este verano han saltado todas las alarmas en Bilbao, una ciudad que puede presumo de tener temperaturas más frescas para esa época del año que otras muchísimas provincias españolas y, sin embargo, la primera ola de calor que vivimos este año elevó la temperatura de esa ciudad de 32 grados a 42 en cuestión de 24 horas. Del mismo modo, agosto se despidió en algunas provincias con un frío que suele ser típico de octubre, con un descenso ene l norte penínsulas de hasta 15 grados. Un cambio que se vivió también en unas 24 horas.

Hay meteorólogos que opinan que el ascenso de la temperatura del mar Mediterráneo, y de los océanos en general, junto a la inestabilidad que se vive estos últimos años impropia de nuestro país y provocado todo por el cambio climático, está abocándonos a convertir ciertas áreas de España en ciudades que sufren catástrofes climatológicas continuas como ocurre en la mayoría de zonas tropicales de América Latina y Estados Unidos. ¿Os imagináis aquí viviendo el impacto de un huracán o de un tornado?

Adaptar los hogares

Y el caso es que ya lo estamos viviendo aunque o nos demos cuenta. Hay tormentas con granizo y grandes acumulaciones de agua por metro cuadrado que aparecen prácticamente de la nada y provocan el caos en pueblos y ciudades españolas todos los años, y cada vez con mayor asiduidad. Se desbordan los ríos, se inundan las viviendas de los vecinos y todo el mobiliario urbano acaba destrozado. Por ahora, al menos, tenemos la suerte de no reportar demasiadas muertes debido a estos temporales aunque cualquier muerte es importante, y siempre hay alguna.

Por eso estamos adaptando nuestros hogares a sufrir estas catástrofes. Hace años, aunque se agradecía, no hacía falta tener aire acondicionado en todas las viviendas, y ahora es prácticamente inviable vivir sin él. Por eso cada vez se instalan más sistemas de climatización y aires acondicionados, y por eso ahora las viviendas de obra nueva se construyen ya con todas estas mejoras que garantizan una calidad de vida óptima a sus residentes.

Sin embargo, la mayoría de la población vive en edificios o casas que no están preparados para soportar estos cambios tan bruscos de temperatura. De hecho, en el sur del país la mayoría de los edificios carece de un buen sistema de aislamiento en paredes, ventanas y cerramientos en general, básicamente porque antes no hacía falta y muchos constructores se ahorraban el coste que conllevaban esos extras que ahora son tan necesarios.

Crear Sur, una empresa especializada en el aislamiento de paredes, asegura que el número de clientes que están pidiéndoles presupuesto de un tiempo a esta parte a aumentado considerablemente. Esta empresa es conocida en el sur español por ser una de las pocas que consigue un aislamiento acústico en Granada, así como un aislamiento térmico óptimo de todas las paredes exteriores de las viviendas sin necesidad de hacer obras. Se trata de un sistema muy cómodo, y mucho más económico que otros, para conseguir la eficiencia que estamos buscando. Tal y como explican en el enlace que os he puesto un poco más arriba, realizan pequeño agujeros en las paredes exteriores para introducir por ellos un material que crece en la cámara de aire creando una protección contra el frío, el calor y los ruidos prácticamente perfecta. Luego, solo hay que cerrar esos pequeños orificios, alisarlos o ponerles gotelé (depende de tipo de pared que tengamos en casa) y pintar.

Pero las paredes no es lo único que podemos aislar para ganar en eficiencia. Las ventanas y los suelos también son elementos a tener en cuenta. Por un lado, si el presupuesto nos lo permite, es muy interesante cambiar ventanas antiguas por unas nuevas con doble o triple cristal, con cámara de aire, protección ultravioleta para el sol y cerramientos de PVC. Esto conlleva un coste elevado, lo sé, por eso hay algunas otras opciones que podemos llevar a cabo, aunque hay que dejar claro que el cambio de ventanas es lo más eficiente.

Los toldos en las ventanas, terrazas y balcones, los burletes en los cerramientos antiguos que nos ayuden a tapar posibles entradas y salidas de aire, unas buenas cortinas opacas que frenen la entrada del sol directo o incluso láminas para ventanas aislantes que se pegan al cristal y protegen tanto de sol, como del frío y el calor externo.

Con respecto a los suelos hay que tener algo muy claro, el suelo de piedra, el azulejo y la cerámica tradicional son materiales que en verano pueden agradecerse pero que en invierno son totalmente contraproducentes por su frialdad, a no ser que contemos con suelo radiante pero ese es otro tema. Por eso resulta muy interesante contar con suelos de madera, tarimas o similares que aportan calidad a la vivienda y son suelos por los que se puede caminar descalzo incluso en pleno invierno. UniqueWood, instaladores de este tipo de tarimas de madera en Madrid, cuentan en su web que tanto la resistencia de este material como la calidez y la variedad de estilos que hay en la actualidad lo han convertido en una de las mejores opciones, tanto a nivel de decoración como a nivel de aislamiento y eficiencia, y es que cabe recordar que la madera es en sí mismo un aislante natural del clima y los ruidos.

Inversión y más inversión

Cada cual puede pensar de un modo diferente, y yo al final solo soy una persona que escribe en un blog porque le gusta, y porque entiendo que dar opiniones fundamentadas en algo puede ayudar a otras personas a tomar decisiones. Y aclaro que ayudar no es lo mismo que guiar, pues las decisiones deben ser totalmente personales y basadas en la experiencia de vida de cada uno y en sus propias circunstancias, que pueden no ser ni parecidas a las mías. No obstante, creo que no me equivoco al decir que la mejor inversión que podemos hacer hoy por hoy es en mejorar nuestra calidad de vida todo lo posible.

Nuestras viviendas deben ser un remanso de paz cuando sea necesario, deben ser un espacio de ocio también cuando esté lloviendo fuera de casa y no podamos salir, deben ser un lugar cómodo donde estar calentitos en invierno y fresquitos en verano, y deben ser lo más eficientes posibles para afectar lo mínimo al planeta. ¿Te apuntas?

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