Participar en los juegos de azar como la lotería no es un problema. Entrar en una administración de lotería como La Diosa Fortuna y echar una Primitiva o Bono Loto de forma puntual o incluso como un ritual, semanalmente, no conlleva ningún riesgo. Puede considerarse perseverancia o constancia y añadir un poco de ilusión a tu día a día. Los juegos de azar o de apuestas, no son un problema si se sucumbe a ellos de forma esporádica y sin pretensiones. Sin embargo, está ampliamente demostrado que entrañan un importante riesgo de adicción.
Cuando apostar o jugar se convierte en algo “necesario” e impulsivo, ya no hablamos de una actividad inocua, hablamos de un problema que conlleva otros y se agrava si no se pone remedio. A veces, incluso poniendo medios, el problema crece hasta convertirse en una enfermedad: la ludopatía. Este tipo de trastorno considerado como enfermedad mental, es un problema que afecta a personas de todas las edades, sin importar su condición, sexo o raza. No discrimina y cada vez, se produce a edades más tempranas.
Si antes, el juego se controlaba y no estaba permitido el acceso a las salas de apuestas de menores de edad, ahora, merced a la digitalización, los juegos de azar y el mundo de las apuestas, se encuentran al alcance de cualquiera. La accesibilidad a todo tipo de juegos aumenta exponencialmente el riesgo de que los más jóvenes, desarrollen comportamientos adictivos. Cuanto antes se empiece a tontear con los juegos, mas probabilidades existen de convertirse en un o una ludópata.
Hay que entender que la ludopatía es una enfermedad. Está enfermedad, se caracteriza por la incapacidad de la persona para controlar o detener la conducta del juego, incluso a pesar de las nefastas consecuencias que conlleva para la vida de la persona en cuestión. Se considera una adicción no relacionada con la ingesta de sustancias que, se centra en los comportamientos adictivos y no en el consumo de sustancias químicas.
Detectar y prevenir la ludopatía
Cabe señalar que no todas las personas que juegan o apuestan, desarrollan este trastorno mental ni son ludópatas. El problema se produce cuando no se puede controlar el impulso hasta el punto de conllevar pérdidas económicas de gran cuantía. Puesto que cada vez es más habitual que la ludopatía se presente en lo jóvenes, es fundamental que tanto padres como educadores, así como los profesionales de la salud, se familiaricen con la enfermedad y se informen sobre como detectar la misma y prevenirla.
Detectar cualquier tipo de trastorno mental, puede ser complicado. Hacerlo con un trastorno como la ludopatía, puede ser un desafío importante puesto que los síntomas, pueden pasar desapercibidos o ser confundidos con otra serie de problemas de comportamiento. Aun así, existen una serie de indicadores sobre la actitud de los jóvenes que pueden hacer sospechar de que el juego se ha adueñado de sus vidas. En este caso, hay que prestar especial atención a las siguientes señales:
- Los cambios de comportamiento significativos como actuar más en secreto, estar distante o mostrarse irritable. También puede mostrar dificultades para mantener la concentración en otro tipo de actividades, descuidar sus responsabilidades o mostrar esa obsesión constante por el juego.
- Una pérdida de interés por otras actividades que se manifiesta de manera repentina, como el desinterés por las cosas de las que disfrutaba como los deportes, otras aficiones, los estudios o las relaciones sociales que sustituye por el juego de azar.
- Problemas de tipo económico, puesto que la ludopatía conlleva pérdida de dinero y conduce a problemas financieros bastante significativos. Si se detecta dificultad para pagar sus cosas, pide dinero de forma frecuente o muestra un desgaste de los recursos económicos sin explicación aparente, pueden ser un claro indicativo de adicción al juego.
- Conviene prestar atención a los cambios en el estado de ánimo. Los jóvenes o no tan jóvenes que padecen ludopatía, experimentan cambios bruscos y extremos en su estado de ánimo. Pueden mostrarse ansiosos, irritables, depresivos o eufóricos (cuando ganan) y profundamente tristes o desesperados tras una pérdida.
- La negación del problema es otro factor a tener en cuenta. Una persona que padece ludopatía suele negar o minimizar su adicción al juego. Suelen justificar su comportamiento o mentir respecto al tiempo o dinero que invierten en el juego.
- Sienten una continua preocupación por el juego que muestran de forma obsesiva. Hablan sobre apuestas, resultados o estadísticas de manera compulsiva y buscan continuamente la ocasión para jugar.
- Intentos fracasados para dejar de jugar. Cuando se observa un intento tras otro de dejar el juego sin conseguirlo o reducir su participación en ellos, lo más probable es encontrarse frente a una adicción al juego.
Tomando como referencia estos puntos, si se observan en un joven o cualquier persona, es vital abordar la situación con la mayor inmediatez posible. Prevenir la aparición de la ludopatía es posible. Empezando por una educación y concienciación en la que se proporciones la suficiente información, de forma clara y precisa sobre los riesgos asociados al juego. Establecer límites y fomentar una mentalidad de juego responsable, a la vez que ser promueven alternativas más saludables como la participación en actividades recreativas, deportes, etc.
Por supuesto, es fundamental controlar el acceso a este tipo de juegos, sean vía online o en establecimientos de apuestas físicos que están a la orden del día.
Tipos de ludópatas
El ludópata es la persona que padece ludopatía. Este trastorno psicológico, afecta entre el uno y el tres por ciento de la población y, aun tratándose de un mismo trastorno de la adicción, existen diversos tipos de ludópatas de los que vamos a hablar a continuación. Antes de continuar, matizar que no se debe confundir ludópata con ludopatía. Cuando hablamos de ludopatía, encontramos seis tipos de la misma: juegos de azar, tragaperras, videojuegos, juegos de rol, apuestas deportivas y micro transacciones.
Cuando se habla de ludópatas, se habla de personas y no modalidades de juego. En este caso, nos encontramos con una clasificación con siete perfiles de jugadores.
En primer lugar, encontramos el jugador profesional que es la persona que se dedica al juego como si fuera una profesión. No por ello, los jugadores profesionales llegan a ser patológicos. Es más, suelen poseer estrategias para lograr ganancias y estar dotados de una gran autocontrol, paciencia y, fundamental, tolerancia a la frustración. El problema se da cuando se posee perfiles adictivos, impulsivos e incapaces de valorar las consecuencias de sus actos.
El jugador social o casual que juega de forma puntual y asocia las apuestas a un momento lúdico con la motivación de socializar, aliviar el estrés, divertirse o pasar el tiempo. En este caso no existe relación entre ganancia o autoestima, el jugador posee cierta dosis de control que le permite pérdidas de baja cuantía.
En tercer lugar, encontramos al jugador vulnerable o serio que necesita dedicar varias horas a jugar como medida de evasión para evitar el estrés diario. Esta forma de relacionarse con el juego, implica una gran inversión de tiempo y dinero que suele conllevar problemas a nivel familiar, laboral e incluso social, puesto que las deudas empiezan a aparecer.
Los jugadores de huida emocional utilizan el juego como estrategia de evasión o alivio frente a sus problemas emocionales como ansiedad, frustración, depresión o baja autoestima, entre otros. Dado que se trata de una estrategia errónea que conduce al juego compulsivo, apuestan sumas elevadas sin obtener ganancias y sin tener capacidad para anticiparse a las consecuencias.
Existe un perfil de jugador conocido como jugador conservativo que es la persona que juega por curiosidad y lo hace más por experimentar emociones intensas que por ganar dinero.
Los jugadores antisociales, tienden a cometer ilegalidades para ganar elevadas sumas de dinero. Poseen un fuerte carácter disociativo y narcisista que los hace capaces de dañar a otras personas, manipular, robar e incluso recurrir a la violencia.
Por último, encontramos al perfil del ludópata más evidente: el jugador compulsivo. Este jugador pierde o compromete gravemente su propia autonomía, su libertad y su voluntad de tal manera que está controlado por el juego y la necesidad de ganar. Se caracteriza por su incapacidad para admitir que el juego le controla y no al revés. Sus ganas de apostar, aumenta por momentos, independientemente de si ganan o pierden.
Estos perfiles de jugadores son los que podemos encontrar y aunque no todos revisten la misma gravedad, lo cierto es que no eximen de padecer ludopatía en grado extremo. Jugar no es malo, al contrario, de forma controlada está bien. Ocurre igual con todo lo que genera adicción y problemas a largo plazo como el alcohol que no hace daño si te tomas una copa de forma puntual, pero puede convertirse en un problema muy grave si se hace de forma continua y habitual.
De cualquier manera, lo mejor es evitar caer en la tentación. Como solemos decir, mas vale prevenir que curar y ante la debilidad, lo mejor es alejarse de la tentación. La ludopatía no es ninguna broma y hay que tomar en serio las señales que emiten los jugadores y jugadoras para evitar males mayores.