Ha llegado el verano. Un verano que casi todos y todas hemos estado esperando después de que los meses de otoño y de invierno hayan sido más fríos y sobre todo más lluviosos de lo que nos hubiera gustado en un principio. El verano ha arrancado casi de manera imprevista, sin que lo esperáramos. El paso del clima frío y húmedo al calor se ha producido en apenas unas horas, y eso ha hecho que a una gran cantidad de españoles muchos preparativos del verano les hayan quedado en el tintero. Y es que la gran cantidad de problemas que les puede ocasionar no haberse preparado para el calor es sinceramente enorme.
El diario La Vanguardia informó hace apenas unos días de que el verano de este 2018 no va a venir acompañado de grandes olas de calor. Esto hace reales los deseos de muchos y muchas que, a pesar de esto, tendrán que tener mucho cuidado con los efectos nocivos que traen asociados el sol y el calor. Relajarse no debe ser una opción porque, de lo contrario, las quemaduras, el agobio que provoca el calor y los efectos que provoca el calor a largo plazo, como puede ser la aparición de un cáncer de piel, se harán los dueños y señores de nuestro cuerpo.
El diario ABC también se hizo eco de la llegada del verano. En su caso, hizo referencia a que van a ser unos 93 días los que vamos a tener de verano, por lo que estaremos hasta mediados de septiembre expuestos a las radiaciones solares y a los elementos nocivos que vienen asociados al sol, al verano y, en definitiva, a las altas temperaturas. Van a ser tres meses en los que va a ser más necesario que nunca tener cuidado. Y no sólo en el sentido de proteger nuestra piel con cremas o aceites. Proteger la piel depende de muchos más asuntos que esos.
Salir a la calle puede llegar a ser una profesión de riesgo durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre. Y también puede llegar a ser un riesgo no sólo para las personas, sino también para los inmuebles en las que éstas trabajan, que pierden color y lustre con el reflejo de la luz. El caso es todavía más extremo en lo que tiene que ver con los bares. En verano, los clientes prefieren en mayor medida tomarse una caña en la terraza y eso es lo que obliga todavía más a los regentes de negocios como estos a prepararse de cara a esta parte del año. Una entidad como Toldos Clot ha verificado que, este año, la llegada del calor se ha producido en tan poco tiempo que muchos bares y restaurantes han tenido que correr para hacerse con su unidad.
Válido para todas las situaciones
Un toldo es uno de los elementos más versátiles y que más cómodo hacen nuestro verano. Su utilidad va mucho más allá de la que se desprende de los bares. Un toldo es ideal también para nuestra casa o piso. Gracias a él reducimos la incidencia del sol en el interior la vivienda y, como consecuencia, conseguimos aplacar el calor en el interior de la misma. El valor de este tipo de cuestiones sólo puede tenerse en consideración cuando vivimos todas esas ventajas en persona. Y seguro que muchos de los que estáis leyendo esto vais a afrontar una situación así durante este verano. Aunque no haya olas de calor.
Hay que tenerle un respeto descomunal al sol. Afecta a personas, animales, plantas, edificios… Su incidencia puede ocasionar daños irreparables y para evitarlo toda precaución es poca. Se trata, sin duda, del inconveniente que presenta la que para todos es la mejor estación del año. En un momento en el que las vacaciones, el relax o la playa son los grandes protagonistas, también es imprescindible guardar un poquito de energía para la protección personal. Por suerte, parece ser que esto es algo que cada vez más españoles tienen en cuenta cuando llega el mes de junio.
El aumento en el número de venta de toldos y pérgolas que se está produciendo en los últimos años tiene mucho que ver con las fiestas patronales de muchos pueblos y ciudades, que alquilan enormes carpas para que la gente disfrute de la música, de buena bebida y de un gran ambiente en su interior. Este tipo de celebraciones han ganado fama y han aportado todavía más alegrías que las que ya implica de por sí una celebración como la de unas fiestas patronales. Y es que no hay nada que se venda mejor que la alegría, el buen tiempo y las ganas de disfrutar un poco de la vida.
Disfrutar de estos momentos es la principal obligación de todas las familias y ese debe ser su principal objetivo. No hay que perder de vista que nuestras vacaciones se puede chafar con más facilidad de la que nos gustaría, pero un poquito de prevención asegura el desempeño de unos días que serán recordados por siempre por parte de todos y de cada uno de los miembros de la unidad familiar. Son esas cosas las que hacen vínculos y estrechas relaciones entre las diferentes personas. ¿Por qué no hacerlo con nuestra propia familia?