En la actualidad existe una clara tendencia a dejar a un lado los tabúes sobre la salud mental y procurar que esta sea saludable. Bien es sabido, que acudir a terapia o a la consulta del psiquiatra se ha considerado durante décadas algo negativo en la sociedad. Las terapias psicológicas eran sinónimo de “locura”, inestabilidad mental, etc.
Afortunadamente, nuestra forma de ver la vida está cambiando. Del mismo modo que procuramos cuidar nuestro cuerpo haciendo ejercicio y proporcionándole una alimentación sana y variada, los paradigmas sociales se revierten y procuramos encontrar un equilibrio emocional y mejorar en todo lo posible nuestra salud mental.
¿Por qué no hacer uso de las diferentes terapias psicológicas para prevenir?
Existen diversas formas de mantener nuestra mente en forma. Tanto a nivel cognitivo como emocional. Ejercicios de desarrollo personal, de relajación, mantener una actitud positiva ante las circunstancias de la vida o ejercicios para el desarrollo cognitivo y sensorial más específicos.
Llevar a cabo estas tareas aparentemente sencillas de hacer, resulta a veces complicado de llevar a la práctica.
La propia sociedad, el estrés del día a día, el trabajo, los estudios, la familia, etc. En la mayoría de los casos, son las cosas externas y que no podemos controlar las que nos generan desajustes emocionales que desembocan en una mala salud mental.
Los cuadros de estrés y ansiedad son muy comunes en la actualidad y en sujetos de cualquier edad y condición. De ahí que, teniendo en cuenta que para mantener tu cuerpo en forma, haces ejercicio, te alimentas bien y vas al médico cuando es necesario, extrapolemos estas actitudes a nuestra salud mental. Ya lo decía el dicho: más vale prevenir que curar.
¿No sería conveniente hacer uso de la psicología de forma preventiva? Si obtienes las herramientas necesarias para resolver esas dificultades con las que has de lidiar en tu día a día, te será más fácil no caer en la dinámica del estrés y todo lo que ello conlleva para nuestro equilibrio emocional.
Existen diferentes terapias cuya característica principal es la de no estar concebidas exclusivamente para tratar enfermedades o patologías psicológicas, si no para fomentar y desarrollar el potencial humano.
Aunque existen muchos tipos de terapia, cada uno de ellos tiene sus particularidades y beneficios. Dependiendo de lo que busquemos o necesitemos, sería mejor elegir una u otra opción. Dentro de las diferentes terapias, en las que son consideradas como humanistas, podemos encontrar la que se adapte a la necesidad concreta de la persona.
En psicologosgestaltpsi.com nos cuentan como una de esas terapias, la conocida como terapia Gestalt, ayuda a conseguir las herramientas necesarias para poner en orden tus emociones.
¿En que consiste la terapia Gestalt?
Se puede resumir en pocas palabras: es la terapia que ayuda a revelar o fortalecer la capacidad de equilibrar en cada persona los niveles mentales, físicos y emocionales para poder relacionarse mejor con su entorno y consigo mismo.
Este tipo de terapia, consiste en enseñar las diversas herramientas que ayuden a afrontar las situaciones tal y como llegan. Dotando a la persona de una mayor capacidad para estar más presentes en el momento, sin distracciones que se convierten en preocupaciones. Te ayuda a ser consciente de lo que ocurre en tu interior en el mismo instante en el que ocurre. Y por tanto te proporciona la capacidad para actuar en consecuencia, hacerlo de manera responsable y saludable, sin culpar a terceros o infligirnos un castigo no merecido.
Otro método para mantener sanas tus emociones y que cuenta con los mismos principios, es el mindfulness o atención plena. Sin ser considerada una terapia psicológica, esta metodología radica fundamentalmente en centrarse en el momento presente.
El mindfulness utiliza la meditación para entrenar al cerebro a mantener la atención centrada en lo que tenemos delante en ese mismo instante. Se enfoca en la forma de ser consciente del momento y dejarse fluir con él. Dejar pasar las emociones, no rechazarlas y ser conscientes de lo que hacemos en cada momento, como lo hacemos y lo que sentimos al hacerlo.
Ambas metodologías son complementarias y tienen una misma base y por qué no, un mismo fin: convertir esas “tendencias” en una forma de vida.
Si atendemos a nuestras emociones en el momento en el que llegan podemos evitar que las mismas nos dominen y se apoderen de lo que somos. Es fundamental en los tiempos que corren atender a la salud mental, ya que como mencionaba al principio, el ritmo de vida al que estamos sometidos, la velocidad a la que se sucede todo, los cambios constantes, nos someten a un estrés mental y emocional del que no somos conscientes hasta que es tarde.